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Este periodo se caracteriza por ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento muy rápido, propia del lactante, y el periodo de crecimiento estable posterior, por lo que las necesidades de energía serán muy variables y es recomendable respetar, en la medida de lo posible, la sensación de saciedad o de hambre expresada por los propios niños.
Ellos presentan un crecimiento físico continuo y uniforme, así como un importante desarrollo muscular, las piernas se hacen más largas, y desaparece la gordura abdominal característica del niño pequeño. Estos cambios demandan una constante adaptación, por lo que los niños en esta edad requieren consumir suficiente energía y nutrientes.